La ansiedad es, en muchas circunstancias, una respuesta normal que se produce cuando una persona
percibe una posible amenaza. Su función es protegernos de dicha amenaza,
haciendo que evitemos la situación, salgamos corriendo o luchemos.
En la actualidad se estima que un 20.5% de la
población mundial sufre de algún tipo de trastorno de ansiedad, ahora la
preocupación es normal, y todos nos
preocupamos hasta cierto grado; en este caso, la ansiedad tiene una función muy importante relacionada con nuestros
instintos de sobrevivencia, ya que nos ayuda a estar a tiempo a una cita o a
estudiar para un examen.
Ansiedad y sus efectos |
- Genética. Un historial de ansiedad dentro de tu familia;
- Bioquímica. Un desequilibrio de las sustancias químicas en el cerebro que regulan los sentimientos y las reacciones físicas, las cuales pueden alterar tus pensamientos, emociones o conducta;
- Un evento estresante. Un solo evento o una serie de eventos tales como divorcio, abuso, acoso escolar continúo (bullying), abuso sexual, una muerte, ruptura de una relación o conflicto familiar;
Personalidad. Ciertos tipos de personalidad corren más riesgo de sufrir de ansiedad que otros.
- Consumo de drogas: Las anfetaminas, el éxtasis o el LSD son sustancias estupefacientes que pueden causar ansiedad. Para algunas personas, también la cafeína o la teína pueden producirla.
Síntomas de la Ansiedad.
Existe un “trastorno de ansiedad” o “ansiedad
generalizada” cuando la preocupación se
vuelve excesiva y llega a interferir con el funcionamiento normal de nuestra
vida, que surge de forma repentina y deja de centrarse en algún objetivo o
situación particular.
Para que el trastorno de
ansiedad sea diagnosticado como tal, el paciente debe presentar síntomas de ansiedad casi todos los días
durante varias semanas seguidas. Los síntomas de ansiedad más indicativos son:
- Aprensión (excesiva preocupación sobre posibles desgracias futuras, sentirse “al límite” de sus fuerzas, dificultad de concentración).
- Tensión muscular (agitación e inquietud psicomotrices, cefaleas de tensión, temblores, incapacidad de relajarse).
- Hiperactividad vegetativa (mareos, sudoración, taquicardias o taquipnea, molestias epigástricas, vértigo, sequedad de boca...).
- Los niños suelen manifestar una necesidad constante de seguridad y atención, y quejarse reiteradamente
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por participar en esta pagina.